Ayer Sara me cogió de la mano, y me dijo "sígueme".
Estaba sonriente, derrochaba entusiasmo, y sin pensarlo, la seguí.
No sabía donde íbamos hasta que ví el cartel,
"MÁQUINAS Y ALMAS",
e inmediatamente sentí un escalofrío,
¿qué significaba aquello?,
pensé que tal vez iba a revelarme el misterio de su aparición,
y estaba ofuscada,
porque realmente prefería no saberlo,
como quien no quiere saber la verdad para poder seguir siendo feliz.
Estaba a punto de soltar su mano e irme, cuando de repente, en aquella sala oscura,
Sara se fundió en un líquido negro que subía como la espuma,
se convirtió en aire iluminado,
en espejo móvil,
en música y amor,
y me devolvió mi propio eco por un micrófono ensordecido.
El tiempo que estuvimos allí dentro no lo recuerdo,
se extendió como si fuera elástico,
y todo sucedió lento hasta que poco a poco la sensación de su mano con la mía se volvió pegajosa,
y ya en el exterior pude volverla a ver con su apariencia habitual.
Ella sonreía y miraba a todas partes,
yo solo la miraba a ella.
Pensaba que me iba a ser resuelto un misterio,
pero en realidad lo que sucedió es que el misterio me devoró a mí.
jueves, 9 de octubre de 2008
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2 comentarios:
bien...bien¡
mj
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